Las ciudades, en que la gente se confunde con los autos
y la música es constante parpadeo
de voces, rumor de motores en incendio,
ahí donde la luz se niebla con el humo
de miles de obreros en sus fábricas,
son entrañables en sí mismas.
Esas calles erguidas y orgullosas
con anuncios enormes y pasos peatonales
esconden,
a pesar de su olor alcantarilla
y su constante prisa laboral,
el secreto del vuelo si te adentras
más allá de sus luces,
en callejuelas escondidas
y en el silencio de sus parques,
encontrarás inevitable
las alas de los sueños
que te dan la libertad de anonimato
el ansia de existir
de encontrar entre su avismo la sonrisa
En medio de sus calles eres otro
eres el mismo desconocido de ti mismo
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